lunes, 22 de noviembre de 2010

No soy un extraño...

Hace mucho que no escribía. Lo extrañaba. Te extrañaba Word. El jueves y viernes fui a dos fiestas de egresados de mi ex facultad. Cuando volvi el jueves me di cuenta de algo muy triste. No me gusta ni un poco como funciona la sociedad. Es decir, uno puede ser estúpido… pero para que vas a querer rodearte de mil estúpidos más? Suficiente con la boludez propia y de la gente que querés. Mejor boludo conocido que boludo por conocer. Me di cuenta que no la paso bien en situaciones con mucha gente, y en donde la mayoría no entiende bien que está haciendo. Uno cuando va a bailar... va a bailar enserio, a levantarse a alguien, a ver a amigos que si no fuera por la “situación boliche” no los verías jamás en la vida o a qué? Eso es lo que no me cierra. Con qué propósito uno va a bailar. En qué momento surge en tu cabeza que la respuesta a todo tu aburrimiento es “ir a bailar”. Obvio, una cosa es ir a bailar porque es el cumple de fulano o la despedida de mengano. Cuando la salida tiene un propósito determinado me gusta. Lo que no entiendo es la rutina de ir todos los viernes o sábados a bailar. Ir a bailar implica juntarte a tomar antes (creo que eso es lo que más me divierte de todo el plan), después que ALGUNO diga “VAMOS, YA ES TARDE” porque sino nadie se levanta para ir. Después te tomás un taxi, llegas al boliche y como una idiota haciéndote la canchera y “llevándote al mundo por delante” vas por todo el lugar hasta llegar al fondo y ahí te quedas a ver desfilar a todos tus “amigos”. Por ahí a alguno le mandas un mensaje diciendo “boludoooo, estoy re en pedooo donde estás? Estoy al fondo venitee”. O también está(mos) el que llama a la persona que se quiere encontrar, y pensamos con nuestro pequeño cerebro que ese otro nos va a escuchar, aunque estemos al lado de un parlante con 200 personas. Cuántas veces habremos llamado a alguien en esa situación y siempre es lo mismo “qué? Dónde estas? Me escuchas? Jaja, no te escucho nada bobaa!! Donde estas?!” EN UN BOLICHE FORRA, DONDE TE PENSAS QUE ESTABA? EN UN CAMPO MEDITANDO? En fin, pasás un buen rato paseándote toda transpirada por el lugar, bailas un poco y emprendes el regreso a tu casa. Te subís al transporte que corresponda con esa sensación de “después de haber ido a bailar”. Llegas a tu casa, tomas y comés lo que sea que haya sobrado de los últimos dos, tres o hasta cuatros días. Qué onda con eso? Por ahí uno comio un monton esa noche, pero volvés y sentís que tenes el deber de bajarte la heladera entera y de tomarte una botella de litro y medio de coca. Abris tu billetera y te das cuenta que te faltan como $20 que no sabes ni en que los gastaste, te acostás y estás como una hora hasta que el maldito zumbido en tu oído te deje dormir. Al otro día te levantas, y lo primero que hacés es hablar con tus amigos a ver “qué onda, como termino tu noche?” y te enterás de las historias más raras del mundo (seguro que en el momento que pasaron fueron de lo más normal)

No digo que esté en contra de ir a bailar, cada tanto está bueno, cuando era más chica iba seguido. Pero uno crece (un poco), tiene más responsabilidades, más preocupaciones, menos amigos, menos tiempo y al menos yo, cuando llega el fin de semana lo que menos quiero hacer es ir a meterme en un lugar con la música a todo lo que da con 20 mil personas que “conocés de lejos” de algún lugar pero no tenés ni idea quienes son enserio. Lo que me pregunto es… esto me convierte en una vieja precoz? En una alienada? Probablemente la respuesta de muchos sea SI. Pero bueno, sobre gustos no hay nada escrito. AH, también me canse de ese dicho… es obvio que algo escrito debe haber.

1 comentario: